23 de junio de 2009

Un curioso despertar, y ¿Qué demonios...?

- Por eso te escondí, viste...
- Solo cerraste una represa hasta que se rebalsó, en vez de dejar correr al rio con todo lo bello de sus aguas cristalinas y con todo lo duro de sus torrentosas corrientes.
- Lo bello no justifica el riesgo...
- Creo que millones de litros rebalsandose sin piedad sobre un poblado son más riesgosos que una inundación que, luego de ser puesta a raya y de ser reparados los destrozos, termina por dejar una lección aprendida. Quizas deberías levantar la cabeza y mirar una vez antes de opinar.
- ¿Ah?
- Levanta la cabeza y mira...
- Que...
- ¡Mira!
-
¡¡Ah!!

La cabeza le daba vueltas. Lentamente levantó la vista y miró. Efectivamente, al otro lado de la ventana se veía el río. Ancho, de aguas cristalinas, sus riveras a penas y se veían entre la niebla. "Qué río más ancho... casi como si fuera un mar" pensó, y luego de cerrar los ojos, se echó de espaldas sobre el colchón.

...

"¿Ventana? ¿Colchón? ¿Río? ¿Qué demonios...?"

Daniel subitamente cayó en la cuenta de que no recordaba nada desde su huída. Sin entender su situación actual, solo reaccionó a incorporarse y mirar, atónito, su alrededor. "Esta no es mi habitacion" penso en un principio, pero luego comenzó a encontrar algo familiar en todo, como si supiera que nunca existió en la realidad, pero aún asi como si su mente recordara todo en ella. "La cama va aquí" se dijo a si mismo, "el velador acá", pensó, alcanzando un pequeño mueble de madera a su izquierda.

- No entiendo...
- ¿Qué cosa?
- No sé, nada...a..aaa...¡¡ah!!
- ¡Que!¡Qué pasa!

La voz grave de los sueños de Daniel se hizo notar retumbando en toda la habitación. Era como si fuera la voz de las paredes mismas, del suelo y del techo a la vez.

-¡¿Que qué pasa?! Quien eres...
-¿Ah, yo? ¡Tu casa! O para ser mas exactos, yo llevo tu casa. Mira, ven afuera un rato.
- ¿Afuera?
- De la casa, tonto. Ah, esta juventud... Uhum.

La voz grave fue tomando la forma de una voz profunda y carraspienta, como la de un anciano. Daniel, quizas por un impulso intrinseco de respetar a los ancianos por sobre todo, aceptó la proposición y lentamente se levantó de la cama y caminó descalzo hasta la puerta de la pieza. La abrió cuidadosamente, haciendo rechinar un par de bisagras, y se encontró con una pieza de unos tres por seis metros que combinaba de forma acogedora todos los elementos de un living-comedor y una cocina: una pequeña estufa-cocinilla a leña, una mesa para picar, una despensa con cajonera, una mesa de centro, dos sillas, un sillón y un pequeño ropero de madera con dos puertas. Ventanas de distintos tamaños dejaban entrar la luz entrepicada de lo que parecía ser la sombra de un arbol, y toda la casa, aparentemente, estaba hecha de madera.

- Es de mala educación dejar esperando a un anciano respetable, pequeño gusano.

"¿Gusano...? Que clase de anciano respetable le diria eso a uno..." penso Daniel mientras se acercaba a la unica otra puerta además de la de la pieza. "Ya vas a ver, viejo insolen..."

Los pensamientos de Daniel se vieron de pronto ahogados por el asombro, casi espanto, que lo invadió al abrir la puerta. La casa estaba sujeta por las enredadas ramas de un gran arbol, y este a la vez se aferraba a una roca que cargaba el lomo de una enorme criatura que caminaba sobre las aguas. Dos enormes ojos saltones se dieron vuelta a mirar a Daniel, quien, con espanto, profirió un fuerte grito y corrió adentro de la casa a buscar refugio debajo de la mesa.

"Esto no está pasando Daniel, calmate..." se decía a si mismo, mientras su corazón latía a la velocidad de la luz.

"Qué está pasando..."

2 comentarios:

c dijo...

por qué no lo podes hacer ahora?

camila dijo...

bueno, esoty medio perdida por que es la primera ve que te leo. pero ya tomaré ritmo. un beso